jueves, 27 de septiembre de 2012

Prepararse

Recuerdo con cariño cómo una madre, justo antes de que su hijito vaya a dormir, le decía "Deja de saltar en la cama, ve a lavarte los dientes y vuelve para dormir toda la noche"; mientras el niño hacía caso a su madre, ella le volvía a alisar la ropa de la cama, volvía a hacer el embozo como a él le gustaba y sacudía la almohada de manera adecuada. Al llegar el niño le decía: "Mamá, ¿por qué me hiciste la cama otra vez?", a lo que respondía, "Porque es importante preparase bien antes de hacer algo y quiero que esta noche duermas a gusto."




Personalmente también le doy mucha importancia a prepararme antes de empezar algo, es como predisponer mi cerebro, mis sentimientos, mi propia persona,... para poder saborear bien lo que vaya a hacer. 

También creo que así debemos actuar en clase, debemos enseñar a nuestros estudiantes a que deben prepararse en función de lo que le vayamos a pedir. Usualmente lo hago indicándoles primero lo que vamos a trabajar: "ahora vamos a ponernos en equipos para hacer un resumen", "ahora quiero que escuchen con atención porque es importantísimo", "descansamos un minuto porque vamos a empezar un debate",...

En mis clases, como ya saben los lectores asiduos, me gusta que mis estudiantes cooperen entre ellos. El aprendizaje cooperativo no sólo para atender mejor a la diversidad, conseguir que aprendan más y mejor, sino también como unas enseñanzas esenciales en la vida: aprender a relacionarse, respetar las opiniones diferentes, valorar las diferencias, escuchar, argumentar, convencer, criticar sin herir,... Por ello también creo que debo enseñarles a cooperar; (¡o quizás recordarles cómo se coopera!).
 



Ahora bien cómo enseñarles a cooperar, ¿por qué nosotros cooperamos o debemos cooperar? En teoría de la decisión existe un experimento moderno que contradice bastante las ideas económicas razonadas. Básicamente se trata de dar 100 € a una persona que debe dividir ese dinero como quiera con otra persona, ésta segunda decide si acepta el trato para ambos o si el trato se rechaza y nadie se queda el dinero. La teoría indica que si el primero no comparte nada de su dinero, el segundo no tiene nada que ganar y por tanto rechazaría el pacto, por otro lado si el primero decide compartir la mitad del dinero, el segundo aceptaría el trato (de no tener nada a tener 50 €) sin dudarlo. Ahora bien si el primero decidiera dar sólo 40 €, ó 30 €, o simplemente 10 € o menos, ¿qué haría el segundo? En todos esos casos, el segundo debería aceptar el trato ya que siempre ganaría algo de dinero. La realidad no obstante no es ésa. Como el reparto no sea mayor de unos 20 €, la mayoría de personas preferirían rechazar el trato y verse perjudicados. Se intuye que el sentimiento de injusticia frente a un igual hace que prefiera ser perjudicado él mismo antes que beneficiar sobremanera a quién le está menospreciando. Este experimento curioso no hace sino poder de manifiesto que nuestras acciones tienen más que ver con las emociones de lo que realmente creíamos: uno se mueve más por emociones que por razones. Por tanto enseñarles a cooperar es también enseñar en sentimientos.

Hoy así lo he hecho en tres clases de 2º de la ESO con un muy buen resultado. Hemos visto estos vídeos y luego hemos respondido de manera global a la pregunta ¿Qué ventajas tiene trabajar en equipo frente al trabajo individual? El resultado, muy esperanzador y muy bonito (una niña me ha dicho, "¡qué vídeo más bonito!" con la voz emocionada). Sin dudarlo hay más y mejores vídeos, otras técnicas que en otras entradas explicaré, diferentes maneras de llegar a estudiantes diversos,... pero hoy, a mis estudiantes, les ha encantado ambos vídeos. Por eso los comparto con ustedes.


No sólo las personas sabemos de la importancia de la cooperación.


A veces una única persona basta para conseguir que todos cooperemos.


miércoles, 5 de septiembre de 2012

Nuevo curso, nuevos proyectos

Ya he comentado en otras ocasiones veo muy positivo empezar cada curso con nuevas cosas por probar. Para mí es algo ilusionante y cuando, posteriormente, valoro lo realizado, me produce gran satisfacción.  El último paso de esos retos apasionantes que me propongo anualmente es el de describirlo, en conferencias, artículos o aquí en este blog.


En alguna ocasión he hablado de la preocupación que me da aprender a motivar mejor a mis estudiantes. Particularmente no pienso que un estudiante deba llegar motivado a mis clases, sino más bien creo que yo mismo puedo hacer algo para motivarlo. Ello me llevó a estudiar la motivación escolar para ver cómo podía mejorarla.



Básicamente, y siguiendo el razonamiento de este blog, la primera respuesta a la conducta la dio Aristóteles: 

"Nos movemos para conseguir algo porque nuestra naturaleza (y la del Cosmos en su totalidad) es teleológica. Todo ser existente se mueve porque persigue un fin, un objetivo, un telos."

Pero a pesar de ser una sofisticada teoría que, a priori, conseguía explicar todo el movimiento y el cambio en la naturaleza, no era completamente satisfactoria.  ¿Qué pasa con los seres, quizá la mayoría de los existentes, que no pueden representarse tales finalidades? ¿Cómo va un ser a perseguir un objetivo si no sabe cuál es? Una hormiga persigue el buen funcionamiento del hormiguero al que pertenece. Sin embargo, ¿tiene la hormiga una representación mental clara en su diminuto cerebro de cómo funciona el hormiguero y de cuál es su papel en él? Parece que no.  

Otra explicación de la conducta, mucho más moderna, es la que nos dio el conductismo. De un modo extremadamente sencillo, la conducta era la mera respuesta de un organismo a un estímulo dado. Ni fines ni objetivos, sólo estímulos y respuestas. Esta teoría explica mejor que la aristotélica el hacer de la hormiga. No es que la hormiga trabaje en pro del funcionamiento global de su hormiguero, sino que tiene programadas una serie de respuestas ante unos estímulos, así cuando la hormiga persigue el rastro hormonal de sus compañeras no lo hace representando en su mente que conseguirá comida y la podrá traer de vuelta al hormiguero, sino que simplemente responde así y, al hacerlo, consigue su objetivo.

No obstante, el conductismo tenía un grave problema para explicarlo todo.  Un ser humano dará diferentes y muy variadas respuestas ante un mismo estímulo. De aquí el fracaso del delirio watsoniano de predecir y controlar toda la conducta humana sólo en base a esos dos parámetros. ¿Pero qué es lo que faltaba entonces? Muchos conductistas se dieron pronto cuenta. Uno de ellos, Hull, propuso una de las primeras teorías de la motivación. En esta última palabra estaba la clave: Motivo, una especie de fuerza, de impulso o deseo  que empuja a conseguir cualquier cosa. 

Por eso el curso 2009/2012 estudié , junto a un compañero, Bernardo  la motivación escolar, y podéis leer nuestros resultados en este artículo de la Revista Pack en Redes del CEP de Alcalá, o ver un breve resumen de la misma en esta presentación.


Motivacion Escolar

¿Qué propuesta tienes tú para este curso escolar?