Ya he comentado en otras ocasiones veo muy positivo empezar cada curso con nuevas cosas por probar. Para mí es algo ilusionante y cuando, posteriormente, valoro lo realizado, me produce gran satisfacción. El último paso de esos retos apasionantes que me propongo anualmente es el de describirlo, en conferencias, artículos o aquí en este blog.
En alguna ocasión he hablado de la preocupación que me da aprender a motivar mejor a mis estudiantes. Particularmente no pienso que un estudiante deba llegar motivado a mis clases, sino más bien creo que yo mismo puedo hacer algo para motivarlo. Ello me llevó a estudiar la motivación escolar para ver cómo podía mejorarla.
Básicamente, y siguiendo el razonamiento de este blog, la primera respuesta a la conducta la dio Aristóteles:
"Nos movemos para conseguir algo porque nuestra
naturaleza (y la del Cosmos en su totalidad) es teleológica. Todo ser
existente se mueve porque persigue un fin, un objetivo, un telos."
Pero a pesar de ser una sofisticada teoría que, a priori, conseguía
explicar todo el movimiento y el cambio en la naturaleza, no era
completamente satisfactoria. ¿Qué pasa con los seres, quizá la mayoría
de los existentes, que no pueden representarse tales finalidades? ¿Cómo
va un ser a perseguir un objetivo si no sabe cuál es? Una hormiga
persigue el buen funcionamiento del hormiguero al que pertenece. Sin
embargo, ¿tiene la hormiga una representación mental clara en su
diminuto cerebro de cómo funciona el hormiguero y de cuál es su papel en
él? Parece que no.
Otra explicación de la conducta, mucho más moderna, es la que nos dio el
conductismo. De un modo extremadamente sencillo, la conducta era la
mera respuesta de un organismo a un estímulo dado. Ni fines ni objetivos, sólo estímulos y respuestas. Esta teoría
explica mejor que la aristotélica el hacer de la hormiga. No es que la
hormiga trabaje en pro del funcionamiento global de su hormiguero, sino
que tiene programadas una serie de respuestas ante unos estímulos, así cuando la hormiga persigue el rastro hormonal de sus
compañeras no lo hace representando en su mente que conseguirá comida y
la podrá traer de vuelta al hormiguero, sino que simplemente responde
así y, al hacerlo, consigue su objetivo.
No obstante, el conductismo tenía un
grave problema para explicarlo todo.
Un ser humano dará diferentes y muy variadas respuestas ante un mismo
estímulo. De aquí el fracaso del delirio watsoniano de predecir y
controlar toda la conducta humana sólo en base a esos dos parámetros.
¿Pero qué es lo que faltaba entonces? Muchos conductistas se dieron pronto cuenta. Uno de ellos, Hull,
propuso una de las primeras teorías de la motivación. En esta última
palabra estaba la clave: Motivo, una especie de fuerza, de impulso o deseo que empuja a conseguir cualquier cosa.
Por eso el curso 2009/2012 estudié , junto a un compañero, Bernardo la motivación escolar, y podéis leer nuestros resultados en este artículo de la Revista Pack en Redes del CEP de Alcalá, o ver un breve resumen de la misma en esta presentación.
¿Qué propuesta tienes tú para este curso escolar?
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