Hace algún tiempo un compañero me contó que nuestro trabajo estaba totalmente infravalorado por la sociedad. No piensan que enseñar y educar a 30 niños a la vez cada hora durante toda una vida es algo muy difícil, solamente que tenemos muchas vacaciones, que tenemos unos horarios magníficos, que da igual lo que hagamos puesto que siempre a fin de mes llega nuestro sueldo,... Realmente a veces no dejo de estar de acuerdo. Él continuaba luego diciendo que precisamente tras las vacaciones era la única época donde echaban de menos a la escuela y valoraban "a los pobres maestros", precisamente porque tras ese tiempo juntos, "no podían soportar ni a sus propios hijos".
Generalizar trae inevitablemente errores, y por eso quiero escribir una carta que aparece en el último manuscrito de Albert Camus, El primer Hombre:
"Querido Señor Germain: Esperé a que se apagara un poco el ruido de todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiera sucedido nada de esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece al menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que su esfuerzo, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continua siempre vivo en uno de sus pequeños escolares, que pese a los años no ha dejado de ser su alumno agradecido. Lo abrazo con todas mis fuerzas. "
Esta carta dirigida a su maestro Louis Germain del colegio de Argel, fue escrita tras haber recibido el Premio Nóbel de Literatura en 1957. Por ello ante el desanimo que a veces tenemos debemos recordar que Albert Camus sí llegó a valorar nuestro trabajo.
En muchas ocasiones he oído la comparación entre el trabajo de profesor y el de un médico. Personalmente, y sin entrar en otras disquisiciones, valoro mucho a la profesión médica, ¡caramba, son personas que salvan vidas! Sin embargo creo más necesaria e importante nuestra labor; con disculpas a todos los médicos y médicas, alguna hay amiga mía, ellos salvan vidas pero nosotros podemos modelarlas, cambiarlas, transformarlas,... Ya en otra entrada valoré la importancia del trabajo de enseñar y educar. Ahora, no dudo que un médico en el momento adecuado y con los medios necesarios hubiera podido salvar la vida de Camus tras su accidente pero tampoco olvido que fue su maestro Germain quien cambió definitivamente su vida.
1 comentario:
El 15 de julio de 2012, el genial Manuel Vicent en El País completaba la entrada de este blog.
Puedes consultar la noticia aquí.
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